jueves, 4 de febrero de 2010

Opinión: Cris... Cris... Cristina

jueves, 4 de febrero de 2010
He recibido esto por mail y recomiendo su lectura, tanto a personas que están en contra del gobierno como a aquellas que están ciegamente a favor del mismo.







Por Rogelio Alaniz

“Llegará lejos porque cree en lo que dice.” Conde de Mirabeau

El problema de la presidente es que no cree y no sabe. No cree en las banderas que reivindica y no sabe aquello que un jefe de Estado no puede dejar de saber. Esa ignorancia, agravada por una soberbia que me animaría a calificar de ingenua, explica sus errores y torpezas.

A su manera, es inocente. Su inocencia, en este caso, se confunde con la torpeza y, curiosamente, todo ello opera como una suerte de sinceramiento, de revelación de la verdad por el camino menos previsto. El problema de Cristina -uno de sus problemas-, es el lenguaje. Ella supone que lo controla, y en

realidad es prisionera de él. No hay por qué sorprenderse. A nadie se le puede reclamar que sea cuidadoso con el lenguaje en temas que ignora, no entiende y, en más de un caso, no le importan o los desprecia.

Hace unos meses la señora construyó una metáfora entre los desaparecidos y el fútbol. Es libre de hacerlo. Del mismo modo que yo soy libre de decir que lo suyo es una falta de respeto a los desaparecidos, evaluación que me permito hacer de comedido porque quien debería hacerlo, Hebe de Bonafini, no la realiza porque está muy bien rentada por quienes practican esas abominables licencias verbales con la memoria de los desaparecidos.

Para que nadie suponga que la presidente cometió un desliz, un error tolerable en quien, como le dijera un niño, vive en la televisión, esta semana dijo que si fuera un genio haría desaparecer a personas que la molestan.

Lo que se dice, un rasgo de humor británico. Desde la más alta magistratura de la Nación se recurre alegremente a la palabra “desaparecer” para hacer un chiste, una broma. El episodio ocurre además en la Biblioteca Nacional. Todo un símbolo, no sólo por el lugar sino también por la investidura de quien improvisa tan delicada ocurrencia.

Horacio González, el actual director de la Biblioteca, el hombre que ocupa el cargo que en su momento ejercieran Groussac y Borges, seguramente tendrá algo para decir. Conociendo el paño, el hombre probablemente teorice acerca del talento de los dirigentes populistas para construir una singular puesta en escena que permita mantener vigente la representación simbólica del terrorismo de Estado. En estos temas, nada mejor que un intelectual cortesano para justificar el poder, el cargo y el sueldo.

Para tener una idea aproxima da de la dimensión de las palabras, pensemos por un momento qué habría pasado en la Argentina si palabras parecidas hubieran sido empleadas por Cobos, Carrió, Macri o algún dirigente opositor. A esta altura no sólo se habrían producido movilizaciones y escraches, sino denuncias en la Justicia y en los organismos internacionales pidiendo la destitución, cuando no la cárcel, para quien de manera tan irrespetuosa y siniestra se hubiese burlado de la memoria de los desaparecidos.

¿Exagero? Tal vez un poco, pero no mucho. Me parece escuchar las objeciones. Se dirá -por ejemplo- que la presidente hizo un chiste. Los argentinos algo sabemos del refinado sentido del humor de la señora Cristina. Creo que no es necesario recurrir a Freud y a su trabajo revelador sobre las relaciones entre el humor y el inconsciente para explicar su conducta.

Seamos sinceros. El sentido de humor de la señora es menos cero. Basta con escucharla hablar, basta con prestar atención a sus expresiones, incluso a sus abundantes y visibles rictus, para resignarse a aceptar que no es el humor el que le dicta las frases sino su ideología o aquellas íntimas y profundas convicciones que ni siquiera la hipocresía y la especulación política pueden llegar a disimular.

Digamos que lo que sucedió esta semana ya no se lo puede atribuir a un lapsus. Por el contrario, hay buenos motivos pasa sospechar que por el camino del inconsciente la presidente revela su verdadero pensamiento o, por lo menos, expresa aquello que no cree y no sabe.

Repasemos. Cuando recién se inició el conflicto del campo la presidente atacó al dibujante Hermenegildo Sábat. Se necesita ser una ignorante absoluta de lo que ocurre en el universo del progresismo y de la izquierda en general para cometer semejante error. Se necesita no haber mirado al descuido, aunque más no sea al descuido, las revistas Crisis y Primera Plana o el diario La Opinión, para tomarse semejante licencia.

En realidad no habría nada que reprocharle. Después de todo, la presidente no tiene la obligación de saber quién es Sábat y qué pasa en la sensibilidad de la gente que llora y recuerda a sus desaparecidos. Estos problemas se presentan cuando se asumen roles que no se creen y no se conocen. Para los Kirchner el progresismo posee un valor estrictamente instrumental.

Nunca han creído ni están dispuestos a creer en la filosofía de los derechos humanos y en las causas solidarias. Por estrictas razones de conveniencia política han comprado el paquete del progresismo, pero cada vez que tienen que ponerse a prueba meten la pata o dicen lo que efectivamente piensan.

Ocurre que nadie puede estar todo el día simulando lo que no es. Así como el nuevo rico se pone en evidencia cada vez que pretende disfrazarse de aristócrata porque carece de “la educación sentimental” que sólo se puede obtener perteneciendo a esa clase, a los Kirchner siempre se les escapa su condición de advenedizos en el mundo del progresismo.

Decía que la presidente no cree pero tampoco sabe. Supone que hablar sin papel es un paradigma de cultura cuando ya sabemos que cualquier charlatán de feria, y cualquier idiota, puede dominar el arte de pronunciar palabras cargadas “de sonidos y de furias”. La sabiduría política de la presidente pertenece a la cultura del maquillaje. Si con pinturas, afeites y tratamientos faciales pretende derrotar el irrevocable paso del tiempo, a través de una oratoria cargada de lugares comunes, significados insignificantes, construcciones monumentales de la obviedad, intenta tapar un abismo profundo y oscuro de ignorancia. Ocurre que la ostentación es siempre vulgar y mentirosa. La ostentación de ropas caras y la ostentación de ideas pretenciosas mal expresadas y peor formuladas suele ser el recurso de los tramposos, los déspotas y, muchas veces, de los tontos o las tontas.

¿Exagero? Para nada. Sólo una vez pude conversar con la señora Cristina, es decir, hacerle unas preguntas en una improvisada conferencia de prensa que se celebró en el Consejo Superior de la UNL y luego fue publicada en El Litoral el 27 de agosto del 2003. La señora, entonces, era senadora no recuerdo si de Santa Cruz o Buenos Aires, (para los ciudadanos y para los instituciones esa diferencia es importante, pero no para ella y su marido). Recuerdo que inició su exposición hablando con su inevitable tono crispado y en un momento pontificó: “Como dijo Dostoievski: pinta tu aldea y serás universal”. Cuando me tocó hacer la pregunta le observé que la frase pertenecía a Tolstoi. ¿Por qué lo hice? De maula y sotreta que soy. O para darme el gusto. O de gorila y cipayo.

Hasta acá todo bien. Cualquiera puede equivocarse en una cita. En una, pero no en tres y en menos de dos minutos. Veamos. Acto seguido retomó el discurso con las correspondientes citas: “Como dijo Perón: los pueblos tienen los gobiernos que se merecen; pero yo digo; los pueblos tienen los gobiernos que se le parecen”. Cero y a marzo. La frase atribuida a Perón es de Joseph de Maistre, un filósofo que seguramente Perón admiraba. Y la frase atribuida a ella misma es de André Malraux. Recuerdo que en voz baja le dije a un colega: “Una peronista ortodoxa de la primera hora”. No podía calificarse de otra manera a quien en menos de cinco minutos confundía a Tolstoi con Dostoieviski, le atribuía a Perón consignas que no le pertenecían, o se atribuía a sí misma frases dichas por otro. Sólo la dirigente de un movimiento político que nació a la vida pública con la consigna “Alpargatas sí, libros no” podía permitirse el lujo de cometer tres errores en tres minutos dentro de un recinto universitario.

Insisto, la presidente no sabe y no cree. No sabe, porque lo suyo no es la ausencia de lecturas importantes, sino la ausencia de sabiduría, esa sabiduría o esa grandeza que debe estar presente en todo estadista. Y no cree, porque en política se cree en grandes causas o no se cree en nada. Y ella, a lo sumo, cree en su mezquino destino personal. O en la generosa cuenta corriente de su marido.

“Llegará lejos porque cree en lo que dice” dicen que dijo el conde de Mirabeau cuando lo escuchó hablar por primera vez a Maximiliano Robespierre. Como en la Argentina, el populismo ha invertido todo, la sentencia se aplica al revés. Los Kirchner llegaron lejos sin creer en lo que dicen. No es la primera

vez que ocurre. Menem también llegó lejos. Y Lastiri, Isabel y López Rega, más lejos aún.

Si palabras parecidas hubieran sido empleadas por Cobos, Carrió, Macri o algún dirigente opositor... se habrían producido movilizaciones, escraches y denuncias en la Justicia.

Gestos y mohines. La presidente refuerza sus cotidianos discursos con movimientos que subrayan sus palabras.

No sabe, porque lo suyo no es la ausencia de lecturas importantes, sino la ausencia de sabiduría...Y no cree, porque en política se cree en grandes causas o no se cree en nada.


Agregamos un video de esta ilustre "cantora" por dos motivos: Uno: Para cambiarle un poco la cara al post, y, dos: para seguir ofreciendo y/o alentando la esperanza de los pueblos oprimidos. Tierra y Libertad

martes, 2 de febrero de 2010

EL JUEZ LIBERÓ LA CARTA. LEÁMOSLA. HAGAMOS UN HOMENAJE AL DR. FAVAROLO

martes, 2 de febrero de 2010

Aún sabiendo de esta gran tristeza, y que "no funcionó", porque era honrado, leerla es como un homenaje a Favaloro.


Si se lee mi carta de renuncia a la Cleveland Clinic, está claro que mi regreso a la Argentina (después de haber alcanzado un lugar destacado en la cirugía cardiovascular) se debió a mi eterno compromiso con mi patria. Nunca perdí mis raíces.. Volví para trabajar en docencia, investigación y asistencia médica. La primera etapa en el Sanatorio Güemes, demostró que inmediatamente organizamos la residencia en cardiología y cirugía cardiovascular, además de cursos de post grado a todos los niveles.
Le dimos importancia también a la investigación clínica en donde participaron la mayoría de los miembros de nuestro grupo.
En lo asistencial exigimos de entrada un número de camas para los indigentes. Así, cientos de pacientes fueron operados sin cargo alguno. La mayoría de nuestros pacientes provenían de las obras sociales. El sanatorio tenía contrato con las más importantes de aquel entonces.
La relación con el sanatorio fue muy clara: los honorarios, provinieran de donde provinieran, eran de nosotros; la internación, del sanatorio (sin duda la mayor tajada).
Nosotros con los honorarios pagamos las residencias y las secretarias y nuestras entradas se distribuían entre los médicos proporcionalmente.
Nunca permití que se tocara un solo peso de los que no nos correspondía.
A pesar de que los directores aseguraban que no había retornos, yo conocía que sí los había. De vez en cuando, a pedido de su director, saludaba a los sindicalistas de turno, que agradecían nuestro trabajo.
Este era nuestro único contacto.
A mediados de la década del 70, comenzamos a organizar la Fundación. Primero con la ayuda de la Sedra, creamos el departamento de investigación básica que tanta satisfacción nos ha dado y luego la construcción del Instituto de Cardiología y cirugía cardiovascular.
Cuando entró en funciones, redacté los 10 mandamientos que debían sostenerse a rajatabla, basados en el lineamiento ético que siempre me ha acompañado.
La calidad de nuestro trabajo, basado en la tecnología incorporada más la tarea de los profesionales seleccionados hizo que no nos faltara trabajo, pero debimos luchar continuamente con la corrupción imperante en la medicina (parte de la tremenda corrupción que ha contaminado a nuestro país en todos los niveles sin límites de ninguna naturaleza).. Nos hemos negado sistemáticamente a quebrar los lineamientos éticos, como consecuencia, jamás dimos un solo peso de retorno. Así, obras sociales de envergadura no mandaron ni mandan sus pacientes al Instituto.
¡Lo que tendría que narrar de las innumerables entrevistas con los sindicalistas de turno!
Manga de corruptos que viven a costa de los obreros y coimean fundamentalmente con el dinero de las obras sociales que corresponde a la atención médica.
Lo mismo ocurre con el PAMI. Esto lo pueden certificar los médicos de mi país que para sobrevivir deben aceptar participar del sistema implementado a lo largo y ancho de todo el país.
Valga un solo ejemplo: el PAMI tiene una vieja deuda con nosotros, (creo desde el año 94 o 95) de 1.900.000 pesos; la hubiéramos cobrado en 48 horas si hubiéramos aceptado los retornos que se nos pedían (como es lógico no a mí directamente).
Si hubiéramos aceptado las condiciones imperantes por la corrupción del sistema (que se ha ido incrementando en estos últimos años) deberíamos tener 100 camas más. No daríamos abasto para atender toda la demanda.
El que quiera negar que todo esto es cierto que acepte que rija en la Argentina, el principio fundamental de la libre elección del médico, que terminaría con los acomodados de turno.
Los mismo ocurre con los pacientes privados (incluyendo los de la medicina prepaga) el médico que envía a estos pacientes por el famoso ana-ana , sabe, espera, recibir una jugosa participación del cirujano.
Hace muchísimos años debo escuchar aquello de que Favaloro no opera más! ¿De dónde proviene este infundio?. Muy simple: el pacientes es estudiado. Conclusión, su cardiólogo le dice que debe ser operado. El paciente acepta y expresa sus deseos de que yo lo opere. 'Pero cómo, usted no sabe que Favaloro no opera hace tiempo?'. 'Yo le voy a recomendar un cirujano de real valor, no se preocupe'. El cirujano 'de real valor' además de su capacidad profesional retornará al cardiólogo mandante un 50% de los honorarios!
Varios de esos pacientes han venido a mi consulta no obstante las 'indicaciones' de su cardiólogo. '¿Doctor, usted sigue operando?' y una vez más debo explicar que sí, que lo sigo haciendo con el mismo entusiasmo y responsabilidad de siempre.
Muchos de estos cardiólogos, son de prestigio nacional e internacional.
Concurren a los Congresos del American College o de la American Heart y entonces sí, allí me brindan toda clase de felicitaciones y abrazos cada vez que debo exponer alguna 'lecture' de significación. Así ocurrió cuando la de Paul D. White lecture en Dallas, decenas de cardiólogos argentinos me abrazaron, algunos con lágrimas en los ojos. Pero aquí, vuelven a insertarse en el 'sistema' y el dinero es lo que más les interesa.
La corrupción ha alcanzado niveles que nunca pensé presenciar. Instituciones de prestigio como el Instituto Cardiovascular Buenos Aires, con excelentes profesionales médicos, envían empleados bien entrenados que visitan a los médicos cardiólogos en sus consultorios. Allí les explican en detalles los mecanismos del retorno y los porcentajes que recibirán no solamente por la cirugía, los métodos de diagnóstico no invasivo (Holter eco, camara y etc., etc.) los cateterismos, las angioplastias, etc. etc., están incluidos..
No es la única institución. Médicos de la Fundación me han mostrado las hojas que les dejan con todo muy bien explicado. Llegado el caso, una vez el paciente operado, el mismo personal entrenado, visitará nuevamente al cardiólogo, explicará en detalle 'la operación económica' y entregará el sobre correspondiente!.
La situación actual de la Fundación es desesperante, millones de pesos a cobrar de tarea realizada, incluyendo pacientes de alto riesgo que no podemos rechazar. Es fácil decir 'no hay camas disponibles'.
Nuestro juramento médico lo impide.
Estos pacientes demandan un alto costo raramente reconocido por las obras sociales. A ello se agregan deudas por todos lados, las que corresponden a la construcción y equipamiento del ICYCC, los proveedores, la DGI, los bancos, los médicos con atrasos de varios meses.. Todos nuestros proyectos tambalean y cada vez más todo se complica.
En Estados Unidos, las grandes instituciones médicas, pueden realizar su tarea asistencial, la docencia y la investigación por las donaciones que reciben.
Las cinco facultades médicas más trascendentes reciben más de 100 millones de dólares cada una! Aquí, ni soñando.
Realicé gestiones en el BID que nos ayudó en la etapa inicial y luego publicitó en varias de sus publicaciones a nuestro instituto como uno de sus logros!. Envié cuatro cartas a Enrique Iglesias, solicitando ayuda (¡tiran tanto dinero por la borda en esta Latinoamérica!) todavía estoy esperando alguna respuesta. Maneja miles de millones de dólares, pero para una institución que ha entrenado centenares de médicos desparramados por nuestro país y toda Latinoamérica, no hay respuesta.
¿Cómo se mide el valor social de nuestra tarea docente?
Es indudable que ser honesto, en esta sociedad corrupta tiene su precio. A la corta o a la larga te lo hacen pagar.
La mayoría del tiempo me siento solo. En aquella carta de renuncia a la C. Clinic , le decía al Dr. Effen que sabía de antemano que iba a tener que luchar y le recordaba que Don Quijote era español!
Sin duda la lucha ha sido muy desigual.
El proyecto de la Fundación tambalea y empieza a resquebrajarse.
Hemos tenido varias reuniones, mis colaboradores más cercanos, algunos de ellos compañeros de lucha desde nuestro recordado Colegio Nacional de La Plata, me aconsejan que para salvar a la Fundación debemos incorporarnos al 'sistema'.
Sí al retorno, sí al ana-ana.
'Pondremos gente a organizar todo'. Hay 'especialistas' que saben como hacerlo. 'Debes dar un paso al costado. Aclararemos que vos no sabes nada, que no estás enterado'. 'Debes comprenderlo si querés salvar a la Fundación'
¡Quién va a creer que yo no estoy enterado!
En este momento y a esta edad terminar con los principios éticos que recibí de mis padres, mis maestros y profesores me resulta extremadamente difícil. No puedo cambiar, prefiero desaparecer.
Joaquín V. González, escribió la lección de optimismo que se nos entregaba al recibirnos: 'a mí no me ha derrotado nadie'. Yo no puedo decir lo mismo. A mí me ha derrotado esta sociedad corrupta que todo lo controla. Estoy cansado de recibir homenajes y elogios al nivel internacional. Hace pocos días fui incluido en el grupo selecto de las leyendas del milenio en cirugía cardiovascular. El año pasado debí participar en varios países desde Suecia a la India escuchando siempre lo mismo.
'¡La leyenda, la leyenda!'
Quizá el pecado capital que he cometido, aquí en mi país, fue expresar siempre en voz alta mis sentimientos, mis críticas, insisto, en esta sociedad del privilegio, donde unos pocos gozan hasta el hartazgo, mientras la mayoría vive en la miseria y la desesperación. Todo esto no se perdona, por el contrario se castiga.
Me consuela el haber atendido a mis pacientes sin distinción de ninguna naturaleza. Mis colaboradores saben de mi inclinación por los pobres, que viene de mis lejanos años en Jacinto Arauz.
Estoy cansado de luchar y luchar, galopando contra el viento como decía Don Ata.
No puedo cambiar.
No ha sido una decisión fácil pero sí meditada.
No se hable de debilidad o valentía.
El cirujano vive con la muerte, es su compañera inseparable, hable de debilidad o valentía.
El cirujano vive con la muerte, es su compañera inseparable, con ella me voy de la mano.
Sólo espero no se haga de este acto una comedia. Al periodismo le pido que tenga un poco de piedad.
Estoy tranquilo. Alguna vez en un acto académico en USA se me presentó como a un hombre bueno que sigue siendo un médico rural. Perdónenme, pero creo, es cierto. Espero que me recuerden así.
En estos días he mandado cartas desesperadas a entidades nacionales, provinciales, empresarios, sin recibir respuesta.
En la Fundación ha comenzado a actuar un comité de crisis con asesoramiento externo. Ayer empezaron a producirse las primeras cesantías. Algunos, pocos, han sido colaboradores fieles y dedicados. El lunes no podría dar la cara.
A mi familia en particular a mis queridos sobrinos, a mis colaboradores, a mis amigos, recuerden que llegué a los 77 años. No aflojen, tienen la obligación de seguir luchando por lo menos hasta alcanzar la misma edad, que no es poco.
Una vez más reitero la obligación de cremarme inmediatamente sin perder tiempo y tirar mis cenizas en los montes cercanos a Jacinto Arauz, allá en La Pampa.
Queda terminantemente prohibido realizar ceremonias religiosas o civiles.

Un abrazo a todos
René Favaloro
 
Tierra y Libertad © 2008. Design by Pocket